Para cultivar bien las hortalizas, es preciso remover la tierra por lo menos hasta la profundidad de una pala (20 cm ó más). De esta forma aireas el terreno y ayudas a los cultivos a establecerse mejor en el suelo.
Riega bien el terreno el día antes de comenzar la labranza. Esto te facilitará el trabajo y, además, te ayudará a romper todos los terrones para lograr que el suelo quede suelto y se desmenuce con facilidad.
Agrega mantillo bien fermentado o compost al suelo y abono mineral completo. Cuanto más eches mejor, un suelo negro significa que contiene mucha materia orgánica.
Recuerda que las semillas muy pequeñas se deben mezclar con arena seca de río para poder esparcirlas uniformemente.
No dejes de cultivar hortalizas por no contar con espacio suficiente para tener una parcela destinada sólo a ellas. Algunas, como los tomates y las calabazas, se pueden cultivar mezcladas con el resto de las plantas.
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