El reposo vegetativo se produce cuando los días comienzan a ser más cortos y las temperaturas descienden. Año tras año, se produce este fenómeno que eludimos por habitual.
La maravillosa naturaleza y la inteligencia de la especie viva hacen posible el desarrollo de asombrosas formas de vida en las que, porqué no, caben las de las plantas y sus argucias para sobrevivir.
Tal es la importancia del reposo vegetativo, que muchas de las especies frutales de nuestra Península Ibérica requieren del mismo, o mejor dicho, del frío que reciben durante este periodo para, más tarde, florecer y fructificar.
Gracias a la existencia de este periodo, podemos aprovechar para realizar una serie de labores de mantenimiento, que de otro modo serían más delicadas o incluso imposibles.
Aprovechando el reposo vegetativo
Dependiendo de la especie de planta que queramos intervenir, el abanico de trabajos y dedicaciones se va abriendo. Es por esto por lo voy a dejar unos consejos, por un lado para frutales en general y por otro para rosales.
En los frutales se recomienda aprovechar el letargo invernal para limpiar el musgo que se acumula en sus troncos, donde pueden cobijarse plagas, hongos o bacterias. A posteriori, antiguamente se aplicaba una mezcla de agua, cal y cobre; actualmente, podemos aplicar un aceite de invierno en pulverización.
Por lo que respecta al mundo de los rosales, la poda significa una mayor floración y un control de la forma arbustiva a nuestro gusto. Los expertos recomiendan podar los rosales después de las heladas invernales, es decir, esperar al mes de marzo o al de febrero, en las zonas más cálidas. No obstante, como ningún año es igual, debemos prestar atención a las temperaturas, pues si la primavera se adelanta, también lo hacen esos brotes a punto de estallar.
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