En marzo, vuelven al jardín muchas aves cantoras de sus escapadas invernales (mosquiteros, reyezuelos, tarabillas), que nidificarán en abril y comienzan a asomar la cabeza otras que se quedaron a retozar entre nosotros (mirlos, herrerillos, carboneros). Salen los insectos adultos de sus escondites entre las cortezas de los árboles o desde las profundidades del suelo y comienzan febrilmente las puestas que devendrán en nuestras “queridas” plagas de cada temporada. Si mueve el suelo con un azadón, seguro que aparecerán alacranes cebolleros (Gryllotalpa gryllotalpa), escarabajos tenebrosos (Capnodis tenebronis) o adultos de gusanos de alambre (Agriotes lineatus), que quedarán neutralizados en su afán reproductor con esta sencilla y biológica tarea.
En marzo, esperamos el momento en que el hombre del tiempo nos anuncia que a tal hora de tal día (nunca el 21 a las 12 de la noche): ¡COMIENZA LA PRIMAVERA!
A algunos nos entrará el pánico ante la eclosión de las malas hierbas. A otros la expectación y los nervios ante el espectáculo de la floración de la campiña, que recuerda mucho a la prueba del alumbrado de la Feria de Sevilla.
Aún tiene tiempo, acuda a su centro de jardinería y hágase con un cerezo y un magnolio de flor (Prunus serrulata y Magnolia soulangeana, respectivamente).
Si quieres conocer más sobre el autor: perfil de Google+
No hay comentarios aún
Puedes ser el primero!
Deja un comentario.