Preparar el sustrato, esparcir las semillas, observar el nacimiento de las plantitas, atender su crecimiento y, en su momento, trasplantarlas a un recipiente mayor y desde allí a su lugar definitivo en una terraza o jardín: es la experiencia de la germinación, que tanto les gusta a los niños, pero llevada al terreno práctico de la jardinería y el huerto. Con las semillas que producen las mismas flores, o con las que se compran en sobres en los centros de jardinería, se pueden conseguir muchas plantas nuevas de una forma económica, pero sobre todo, introducir a los niños en un mundo apasionante mientras aprenden y se divierten.
Naturalmente, se puede sembrar directamente sobre el terreno, pero para tener mayor control sobre la germinación, o simplemente para proteger con mayor eficacia las plántulas (temperaturas extremas, plagas, etcétera), es más conveniente hacerlo en tiestos, y mejor todavía en semilleros.
• El semillero. Se pueden comprar bandejas de germinación —cajas de plástico con tapa de cristal— o bandejas de alveolos (como las de las fotos); están provistas de agujeros de drenaje para el agua, y en menos espacio contienen más plantas, que además se desarrollan sin competir entre sí. También se pueden improvisar semilleros con envases de supermercado, por ejemplo, siempre que sean poco profundos y tengan orificios en la base.
• El sustrato. Existen sustratos especiales para semilleros, pero también se pueden hacer en casa mezclando una parte de turba con una parte de arena de río o de perlita fina, y dos partes de sustrato universal. Debe ser poroso (de partículas finas) para facilitar la germinación, y con capacidad para retener humedad sin encharcarse. Se rellenan los alveolos del semillero con este sustrato y se nivela para que quede al ras. En el momento de sembrar debe estar húmedo.
• La siembra. Según el tamaño se colocará una semilla por celda, o dos o tres si son pequeñitas, y en ese caso separadas para que puedan crecer sin competir. Se cubren con sustrato no más de dos veces su altura; las pequeñitas sólo se esparcen. Con un rastrillo, palita o tablilla se apisona suavemente para que entren en contacto con la tierra.
• La germinación. La humedad y el calor propiciarán la germinación. Una tapa de plástico o vidrio sobre el semillero creará un efecto invernadero; según la especie se colocará a la luz o en la oscuridad. Conviene ventilar cada dos días. Al germinar se retira la tapa y se coloca el semillero en un lugar cálido y luminoso, fuera de los rayos del sol. A medida que crezcan se seleccionará la plantita más fuerte del alveolo y se desecharán las otras.
• El repicado. Cuando las plántulas tienen un par de hojas se deben trasplantar a un recipiente mayor (aunque todavía no al definitivo). con la ayuda de un palito o tablilla. Se cogen por las hojas y se introducen en un hoyito en la tierra, se aprieta junto al tallo y se riega.
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