Los montículos de tierra resultantes de excavar sus galerías, causan abundantes calvas en la pradera de césped, que además se convierte en una superficie difícil de segar e igualar. Otro de los problemas es cuando se instalan en el huerto, atraídos por la cantidad de comida subterránea, como raíces, lombrices, tubérculos o bulbos, causando grandes destrozos.
Para ahuyentarlos, lo mejor es inundar los pasadizos. Ármate con unas cuantas losas o baldosas, tapando las salidas, que queden dentro del jardín, para obligarles, mediante el agua a salir por aquella salida que esté fuera de nuestra parcela. Así conseguirás inundar esa vía y tendrán que marcharse a otra. Si vuelven a aparecer de nuevo estate esperando con la manguera de nuevo.
También pueden atacarnos los topillos, otros roedores de pequeño tamaño, de costumbres similares a los topos, siendo estos mucho más agresivos en cuanto a galerías y alimentación. Así que en cuanto te percates de que existen topillos en tu jardín, actúa de manera rápida para deshacerte de ellos.
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