Estas plantas, altas e imponentes, se suelen cultivar como plantas ornamentales, por su colorido y estructura, pero también constituyen una auténtica delicia para el paladar, por eso mismo se emplea más como planta hortícola. El suave receptáculo de las inflorescencias y sus carnosas brácteas que las envuelven se consumen crudas o coccidas, con mantequilla, en vinagreta, o simplemete con aceite, sal y pimienta.
Estas plantas son ricas en vitaminas, hierro y minerales, y tienen muy pocas calorías.
Se sabe que la sustancia que hay contenida en sus hojas (cinarina) reduce el colesterol en la sangre, y los niveles de azúcar y lípidos, además de desintoxicar y estimular el hígado y la vesícula. Los extractos de las hojas se administran por vía oral para combatir la ictericia, la hepatitis, la arteriosclerosis y la diabetes.
Los antiguos eran muy aficionados a las alcachofas, sobretodo durante el siglo IV a.C. donde se le asignaba como un espléndido manjar.
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